Miembros, miembras y el género estúpido

Imagen de Omar Janaan

Hay veces en las que me pregunto cómo es posible que saquemos puntilla absolutamente a todo o lo que no sé si es peor, que inventemos problemas para cambiar algo sin necesidad. Me preocupa en especial la Real Academia de la lengua Española y su relación con la sociedad.

El otro día en Omicrono escribí un artículo donde mencioné el país de Méjico y hubieron un par de mejicanos o hispanoamericanos que se quejaron (con buenas formas) de mi uso de la jota porque era una ofensa para ellos. En el colegio me enseñaron las dos formas pero lo común era usar la jota, así que tenía defensa en este caso. Pero aún así decidí buscar en el diccionario panhispánico de dudas la palabra, al parecer, hace unos años cambiaron la norma que aceptaba tanto Méjico como México; se ve que en algún momento en España fuimos más cool y nos modernizamos cambiando algunas equis por jotas.

Además de ésto, me decía uno que era como si ellos escribiesen Ezpaña. Para mi no sería una ofensa, para eso está el es-Es y el es-EU y derivados. Además, como bien le respondí aquí hemos tenido al señor Bono diciendo "¡Que viva Ejpaña, coño!". Lo que sí me ofende sobremanera es la despreocupación que existe hoy en día de tener una ortografía lo más correcta o cuidada posible, y no hablo aquí de la juventud de hoy en día, no, es mucha gente y de todas las edades. Pero éste es otro tema.

Realmente de lo que quería hablar era sobre la ideología de la lengua. Está muy de moda criticar nuestro lenguaje por ser sexista, bueno más bien por ser machista. Leo y escucho a algunas personas, tanto hombres como mujeres, que tenemos que emplear el término femenino y el masculino cuando hablemos de generalidades, porque los plurales son en su mayoría masculinos y eso afecta al honor de la mujer. ¿Perdón?.

Puedo estar más o menos de acuerdo en que la definición de algunas palabras femeninas tengan una connotación negativa, otras incluso sexista, puedo hasta estar conforme en una revisión, modernización o invención de la lengua española. Aunque me gusta mi idioma, ¿por qué no? Ya lo hicimos con las equis y las jotas.

Al hablar de feministas se me viene a la cabeza Elena Valenciano; una mujer que parece tener un carácter fuerte, ha llegado a ser alguien en la política española, la siguen muchísimas personas y nos la ponen hasta en la sopa cuando los políticos se revuelcan en mierda, perdón quería decir cuando debaten. ¿Es realmente Elena Valenciano como aparenta? Yo creo que no, porque ella se define como feminista y luchadora por la igualdad de derechos de las mujeres, blablabla... Pensaría que es una mujer de referencia si ella misma no se estigmatizase por ser mujer.

Ser mujer no es ninguna debilidad pero tampoco es ninguna criatura suprema. Los hombres son hombres gracias a las mujeres si, pero a algunas parece que se les olvida que las mujeres también somos mujeres gracias a los hombres. No voy a entrar en orientaciones sexuales, simplemente quiero decir que el ser humano como muchas otras especies nos reproducimos sexualmente y para ello se necesitan ovarios y espermatozoides, cada uno está presente en un género de la misma especie.

"...los miembros y las miembras de esta comisión..."
Bibiana Aido, Ministra de igualdad 2008-2010.

El fin que persiguen de igualar en derechos al hombre y a la mujer me parece correctísimo porque todos somos personas. Pero en vez de desvariar como locas con el lenguaje generando palabras que te hacen chirriar los oídos o haciendo discursos interminables donde se pierde el mensaje al añadir a cada frase ambos géneros, deberían a lo mejor proponer a la RAE que se inventasen nuevos términos genéricos neutros o preocuparse de educar para que nadie se sienta ofendido si a una médico no se le llama médica. Además que lo que están haciendo también es desvirtuar su finalidad con tanta discriminación positiva femenina en muchos y muy diversos aspectos de la vida cotidiana.

En definitiva, como persona creo que todos debemos tener los mismos derechos y obligaciones. Como mujer no me veo discriminada, insultada o menospreciada por nuestro lenguaje y sí por la actitud de quienes remarcan a la mujer como inferior o superior. Lo importante es saber que por mucho que digan no eres menos importante por ser hombre o mujer, te haces valer como persona y no por representar a un género.