29 mar 2012

Número 1


El lunes empezó un nuevo programa de televisión en Antena 3, Número 1. Hoy ya no me gustan apenas este tipo de programas, aunque es cierto que últimamente sí que he estado viendo más el programa de Tú si que vales, y es que el personaje de Risto Mejide me resulta divertido y Christian Gálvez entrañable.

Ciertamente los programas televisivos que más me interesan son las mesas de debate y algunas series como El mentalista o Numbers. Pero de cuando en cuando hago un poco de zapping. Y así pasé la noche del lunes, haciendo zapping entre series y Número 1.

Quise ver algo sobre Número 1 porque Miguel Bosé, Sergio Dalma y Ana Torroja han sido mis referentes musicales en mi infancia. De eso se ha servido la cadena como gancho, está claro. Pero tenía ganas de verlos, quería ver cómo han envejecido y quería que me volviesen a cautivar por la senda del pop un ratejo. Sobre el programa, nada que destacar, nada que no se espere uno.



Desde pequeñita me he sentido fascinada por Miguel Bosé y Sergio Dalma, siempre. Tanto por su personalidad como por su música. Seguro que es gracias a mi madre, creo que mi primer concierto fue cuando Miguel Bosé hizo la gira de Los chicos no lloran, allá por el año 90 o noventa y poco, tendría yo la friolera de 5 añitos o poco más (mi madre quizá podrá matizar este dato en algún comentario, que me lee, un besito mami ;)). También los discos de vinilo y los cassettes de Sergio Dalma con su Bailar pegados o Esa chica es mía, alimentaban los sueños de princesas y dragones propios que suelen tener las niñas.

Los sábados por la mañana los dedicaba mi madre a limpiar la casa y yo le ayudaba. A buena hora poníamos la música a toda pastilla y a limpiar, después hacíamos un descansito mientras veíamos Mortadelo y Filemón y a seguir hasta acabar. A pesar que limpiar no es que me guste especialmente (¿verdad mami? xD), recuerdo esos días con especial cariño, porque eran momentos en los que mi madre y yo disfrutábamos juntas.

Y por la tarde era cuando me escondía en mi habitación con la puerta cerrada, a imaginar mi mundo de niña con mis dragones y princesas y ese príncipe que vendría a rescatarme por amor. Según qué año fuese le tocaba a Toni, Pablo, Arturo o Manuel, los chicos más monos de la clase y además populares del curso. En ocasiones ¡hasta tres de ellos podían completar un año de amor platónico infantil! Y allí en mi cuarto escuchaba a Sergio Dalma pensando sobre mi futura vida amorosa adulta.

¿Me casaría jovencita? ¿Sería alguno de ellos mi príncipe? ¿Tendría un amor idílico? ¿Sería profesora o veterinaria? Tantas preguntas sobre las que hacer elucubraciones... Nada de lo ocurrido en mi vida es lo que había pensado. No soy ni profesora, ni veterinaria, ni ninguno de mis amores infantiles es mi príncipe, ni estoy casada (aunque como si). El amor idílico, no puedo decir ni que sí ni que no, porque todo depende del momento en que preguntes, lo que sí puedo decir es que a mi lado tengo a una persona excepcional, que me ama y que me cuida, que me riñe y que me mima, es guapo, es fuerte (puede abrir los botes de conservas :P), es inteligente y me enseña mucho. ¡Pero no voy a decir más, que no quiero que nadie vaya en su busca!. 



Para todos estos pensamientos tenía esta canción perfecta de Sergio Dalma, que encajaba conmigo, bueno igual que encaja con cualquier cría que está dejando la infancia, pero me cantaba a mi, era mi ratito de ensoñación. Y esta canción ha tenido controversia entre familiares y amigos toda la vida, no por la canción sino porque me gustaría si algún día tengo una hija, llamarle Febrero. A todos les chirría como nombre, sin embargo a mi me transmite frescura, serenidad, alegría... Seguro que por sugestión de la canción y porque nací en Febrero, pero me gusta. 

Así que ahora, después de tanto tiempo, estos recuerdos pasan por mi mente y me doy cuenta que para todos pasan los años. Miguel Bosé ya no es tan atractivo como antes (aunque me sigue pareciendo la mar de guapo) y a Sergio Dalma le está pasando como a Miguel, que se ha convertido en un madurito interesante. Pero todos llegamos a un momento en que nuestros cuerpos empiezan a envejecer a ojos ajenos, aunque la vejez no es signo de fealdad, la vejez también puede ser hermosa, Arturo Fernandez a sus 83 años sigue siendo atractivo.

Quiero acabar después de haber estado recordando estos ratos, dándole cañita al cuerpo. Me despido con otra canción, que hoy me ha dado por el día musical.


Por cierto, parece que he llegado a un consenso con mi pareja y mis padres, si tenemos una hija se llamará Arkadia, su significado es muy bonito, un día escribiré sobre ello ;).

¡Nos leemos!

0 comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.